Hola mi nombre es Lilibeth Rapley, tengo 21 años de haber llegado al Territorio Central de los Estados Unidos Al llegar a Chicago, sin hablar la lengua y sin mucho conocimiento de la cultura anglosajona fue difícil. Me encontraba perdida, desconectada sin poder dar a conocer del amor de Dios y sin poder servir a mi Dios como estaba acostumbrada en mi país de origen Panamá. En mi Cuerpo en Panamá, servía como sargento de bienvenida, así que imagínense a una Latina sin poder comunicarse.

En mi proceso de aprender el idioma, integrarme y formar parte de la comunidad en la que vivía, empecé a ir de voluntaria al cuerpo de Des Plaines, IL. Allí conocí a muchas mujeres que venían al cuerpo principalmente por ayuda social. A pesar de mis limitaciones y poco conocimiento del idioma inglés, me encontré en la posición inesperada de ayudar a traducir y ayudar en la asistencia de sus necesidades sociales. Fue entonces que descubrí mi pasión por el servicio social … Trabajé en el área de servicios sociales por muchos años y no solo pude ver la necesidad física de muchas personas, quienes como yo se encontrabas en un nuevo país haciendo lo mejor para crear un hogar y proveer por los suyos, pero también pude ver su necesidad espiritual.

En muchas ocasiones, tuve la oportunidad de evangelizar, ofrecer oraciones e invitación al altar. Quizás muchas de estas damas y se preguntaban que estaba sucediendo, pero Dios tenía un plan para mí y para ellos. Pude redescubrir mi llamado al servicio … a servir en el ministerio femenino. Con el apoyo incondicional de los oficiales directivo, empezamos el grupo de liga del hogar en español, y el ministerio en español empezó a crecer más allá de los que imaginábamos. Vimos como trabajó Dios en el crecimiento del Cuerpo, el número de mujeres, niños, familias – Que alegría y que bendición ver gente, MI GENTE LATINA – todo para la honra y gloria de Dios.

Me sentí tan bendecida de tener el privilegio de encontrarme con tantas mujeres de diferentes países y hacer nuevas amistades. Mujeres hermosas por dentro y fuera, que necesitaban ser amadas, aceptadas y ahora se sentían en familia. Mujeres luchadoras, trabajadoras, emprendedoras que, como yo, se sentían desorientadas en una cultura que no era la suya. Pude entenderlas, amarlas, apoyarlas y compartirle del amor de Dios, compartirles mi fe.  Que no se sintieran temerosas, que no estaban solas, que supieran que no importa donde estemos, El Señor esta allí con nosotros. ¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas” Josué 1:9

El que ellas se sintieran aceptadas, bienvenidas y amadas al Ejército de salvación era mi misión y sique siendo mi misión. Hoy en día es muy importante para mí que cualquiera dama, familia que entre por nuestro edificio se sienta bienvenida, aceptada y amada como Dios nos ama. Sin importar la condición de nuestra alma, sin juzgarnos por nuestro pasado — no hay barreras ni muros que el hombre pueda edificar que nos separa del amor de Dios ni de la redención en Cristo Jesús.

El idioma no sea un obstáculo para alcanzar las almas y servir a nuestro Padre Celestial, Él nos capacita para realizar su trabajo. (Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón) 2 Corintios 1:21. Nos llena de su Santo Espirito para dirigirnos y nos llena de su amor para compartir con aquellas personas que lo necita.

Como líder del Mujeres en Acción en mi cuerpo de Oakbrook Terrace y miembro de diferentes grupos de mujeres en el área de Chicagoland, mi corazón, está enfocado acercar a mis hermanas a Cristo. Mi anhelo es que mientras nos unimos para celebrar nuestras diversidades y nuestras diferentes culturas, que se sientan aceptadas, amadas, empoderadas y llenas de gozo de pertenecer, de ser diferentes, de vencer sus miedos, barreras y de crecer en su relación con Dios. Le pido a Dios que me continúe dando la oportunidad de apoyarlas a ser productivas, a ensenarles a valorizarse y que por si gracia que yo pueda ser ejemplo de que con la ayuda de Dios todo es posible si tienen fe, si se esfuerzan y caminan de su mano.

Uno de los eventos que me encanta organizar es el Día Internacional de la Mujer. Es una bella oportunidad de celebrar la hermandad, a la mujer emprendedora, luchadora, victoriosa, a todas las mujeres de diferentes países, sin importar legado, raza, cultura o religión. Dios nos ama y nos acepta — amemos y apoyemos a los demás. Hay gente maravillosa que tiene mucho que ofrecer, mucho que dar, talentos desconocidos y belleza interior. No perdamos estas oportunidades de mostrarles el amor de Dios … No al odio, no al racismo, no a la discriminación – Solo amor, compasión, respeto, fe, paz y unidos en el amor de Dios.

Bendiciones,

Lilibeth Rapley